11 abril 2006

VUELVO A MI CAPULLO

Nos besabamos con los ojos, y al cuerpo lo haciamos esperar.
No soy la mejor para amarrarte en estas cadenas, ni soy buena en las redes para saltar como kamikase a las dudas.
Nos besabamos con los ojos bien abiertos, para ver como se moria la ciudad. Y en su gota a gota de derrames en sufrimientos pasados, y en los marchitos curiosos, de las primeras horas de un jueves.














Esas manos no interpretaban los 19 dias, ni las 500 noches. Solo una. Solo una noche.
Las manos no pretendian ofrecer la luna ni el tiempo sus horas.
No pretendian contar historias de amor de vecinas de enfrente.
Las paredes fueron testigos de la noche de anoche, la noche que dejó de ser, para ser hoy por la mañana.
Las paredes son testigos de este amor cobarde, de este jueves que termino a las 10:00 de la mañana. Cobarde por no saber perderlo en 30 segundos.
Vi en él, el vivo retrato en los espejos de esas paredes testigos. Son esos que No mienten cuando el alma pierde la delicada fibra que confirma la sencillez de las manos cuando hablan.
Cuando vuelva a mi capullo y me convierta en la mariposa invisible pasaré a dar una vuelta por la habitación para saber como quedaron sus alas desde que me fui, como una hormiguita viajera, tambien pasear por su espalda, recorrer cada centimetro que perdí de vista, jugar con sus pestañas, y quedarme un rato a mirar el techo.

1 comentario:

ivan (paranoico) dijo...

Yo no jugaba para no perder, tu hacias trampa para no ganar